A las hermanas del nuevo Consejo de la Provincia ′′Santísima Virgen del Rosario′′ (Italia), elegidas el 21 de agosto de 2020 por el V Capítulo Provincial, deseamos que puedan vivir el servicio que les espera en los próximos 4 años mirando a "Jesús que está en medio de los suyos como Aquél que sirve. ... Él, que ejerció la autoridad que le venía del Padre, como poder de hacer crecer la vida."  (Cf. Constituciones no 132). 

Felicitaciones a (de izquierda a derecha) Hna. Cinzia Vennari, Priora Provincial,

Hna. Paola de Luca, Hna. Stefania Lucchesi, Hna. Viviana Ballarin (Vicaria) y Hna. Lara Morelli.

 

"Hemos bregado toda la noche ... pero en Tu Palabra echaré las redes"

(Lucas 5, 5)

Es la palabra orientadora del V Capítulo de la Provincia de Italia "Santísima Virgen del Rosario" que se celebra en Roma, Montemario, del 17 al 28 de agosto de 2020.

Pero, ¿qué es un Capítulo? ¿Y qué es una Provincia?

Una Provincia es un conjunto de comunidades de la Congregación ubicadas en un territorio definido, en este caso Italia.

Y el Capítulo es una asamblea que expresa la corresponsabilidad de las hermanas en la búsqueda del Bien común ... que es expresión de la voluntad de Dios para todas y cada una. Participan algunas hermanas delegadas, elegidas según procedimientos que permiten a todas las hermanas de la Provincia elegir quién las representará.

El Capítulo Provincial es convocado por la Priora Provincial de ordinario cada 4 años y tiene la misión de:

  • Verificar el camino de la Provincia durante el cuatrienio;
  • Identificar nuevas líneas operativas para la vida apostólica de la Provincia a partir de las indicaciones dadas por el Gobierno General, de la realidad en la que estamos inmersas que desafía y grita, y en consonancia con el carisma de nuestra Familia religiosa;
  • Analizar los problemas y las propuestas presentadas por las comunidades;
  • Elegir las nuevas miembros del Consejo Provincial: la Priora Provincial y sus asistentes.

"... ¡En Tu Palabra echaré las redes!" - dicen las Hermanas Capitulares, es decir: confiando en Ti trataremos de darlo todo para continuar hoy Tu misión dondequiera que nos llames - "esto es lo que nos enseñaron Domingo, Catalina y M. Gerine ... y queremos vivirlo en estos días. ¡Les pedimos que nos acompañen con la oración! "

¡Buen Capítulo, hermanas!

 

Es posible seguir la "crónica" del Capítulo y algunos momentos en vivo, en la página de Facebook de la Provincia:

https://www.facebook.com/domenicanesc

 

 Carta Circular

Solemnidad del Padre Santo Domingo 

8 de agosto  de 2020

 

Queridísimas hermanas/os y laicas/os asociadas/os,

Con ocasión de la solemnidad de nuestro Santo Padre, el año pasado reflexionamos sobre el modo de ESCUCHAR de Domingo, escucha de las personas y de las situaciones del mundo, de los lugares donde se encontraba, y profundizamos cómo estaba atento a todo lo que sucedía para entender a que lo llamaba el Señor.

Este año me gustaría que nos detuviéramos a reflexionar juntos sobre el modo de "CONTAGIAR" de Domingo! En los últimos meses, por desgracia, todos y en todo el mundo, hemos aprendido bien lo que es el contagio, la transmisión de un virus. El coronavirus desafortunadamente ha resultado y resulta ser terrible, causando tanto sufrimiento y muerte; todo esto es negativo, tremendo, presente incluso ahora, especialmente en algunos Países del mundo. 

Pero existe también un "contagio" positivo, hermoso, eficaz, una transmisión de vida!

Me refiero al "contagio" que, con otros términos mucho más serenos y alegres, se llama TESTIMONIO, fascinación, atracción.

En este sentido Nuestro Padre Santo Domingo era un hombre muy "contagioso", era un testimonio auténtico de Jesús y de Su Evangelio de amor. El beato Jordán de Sajonia escribe de él: "Acogía a cada hombre en el gran seno de la caridad y, como amaba a todos, todos lo amaban. El regocijarse con las personas felices y llorar con los que lloraban, era para él una ley personal... fácilmente atraía hacia si el amor de todos... Apenas lo conocían, todos comenzaban a quererlo... la simplicidad de su ser lo hacía queridísimo para todos".

El mismo B. Giordano ofrece además de Él un retrato completo en el texto de una famosa oración dirigida al Santo: "Inflamado con el celo de Dios y el ardor sobrenatural, por tu caridad sin fronteras y el fervor de tu espíritu vehemente, te has consagrado totalmente, con el voto de la pobreza perpetua, a la observancia apostólica y a la predicación evangélica".  

Los textos del proceso de canonización afirman: "Domingo era muy humilde, era benigno, sobrio, afable, benévolo, consolador de los frailes y de todos”.  

Con estas  breves citas, quiero reafirmar simplemente que Domingo nunca pidió a los que se le acercaban que lo siguieran, que se unieran a él, que formaran un grupo con él, no: Domingo ha tenido compañeros, compañeras, ha sido seguido y se le sigue desde siglos porque "contagia", porque suscita atracción con su modo de vivir,  con su  testimonio de intensa comunión con el Señor, de amor a los hermanos, de anuncio de la Verdad.

 

El Papa Pablo VI declaró en la Evangelii nuntiandi al n. 41: "El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escucha a los que enseñan es porque dan testimonio".  Si en nuestros días esto es particularmente cierto, también podemos decir que siempre ha sido así desde el comienzo del cristianismo. 

Domingo, con sus estudios y su preparación humanista, doctrinal y bíblica, ha sido en toda su vida, ante todo, UN TESTIGO.

Su vida es testimonio cuando, siendo todavía estudiante en Palencia, en una época de particular hambruna que nos remite fuertemente a la situación del coronavirus de hoy, vende sus preciados manuscritos y "crea un depósito de limosna" a fin de comprar  alimentos y cosas necesarias para los pobres; otros estudiantes y profesores "contagiados" por su ejemplo, lo siguieron haciendo lo mismo. 

Su vida es testimonio de verdadero sacerdote cuando el obispo de Osma, Martín de Bazán, pone sus ojos en él; quiere renovar espiritualmente el clero de su diócesis y piensa en un proyecto de "vida en común" junto a sus sacerdotes. Entre ellos quiso a Domingo, porque comprendió que su coherencia evangélica podría "contagiar" a los demás. 

Su vida es testimonio cuando en Osma, donde vivió durante 12 años, se dedica a los pobres, a los enfermos, a los marginados, y pasa la noche en oración. 

Su vida es testimonio cuando el obispo Diego de Acebes lo elige, por su prudencia y sencillez, como compañero en la misión diplomática en Dinamarca que le había confiado el rey de Castilla Alfonso VIII. 

Su vida es testimonio con su modo de vivir como hombre pobre cuando en el sur de Francia, durante años, permanece solo en Fanjeaux entre los cátaros anunciando y predicando la Verdad incluso con el riesgo de ser asesinado.

Su vida es testimonio cuando las mujeres nobles convertidas del catarismo en Prouille se refugian cerca de él, porque perciben que su acogida es auténtica, caritativa, y pueden confiar plenamente en él. Y así por "contagio" nace el primer monasterio femenino de la Orden. 

Su vida es testimonio cuando algunos jóvenes se unen a él en Toulouse para estar con él y vivir como vive él, anunciando a Jesús Verdad. Nace así por "contagio" la primera comunidad de la Orden Dominicana. 

Su vida es testimonio cuando él, en los numerosos viajes, camina kilómetros y kilómetros a pie, vive de limosna y pide a sus compañeros de viaje que lo dejen solo para poder orar y estar con Su Señor.

Su vida es testimonio cuando en las noches de oración, como cuenta algún hermano, tiene presente toda la humanidad y sobre todo invoca, llora, suplica por los pecadores. 

 

Su vida es un testimonio cuando, con su estilo de vida, enseña a sus frailes cómo ser verdaderos contemplativos y predicadores. 

Su vida es testimonio cuando contempla el Amor del Cristo crucificado o se sumerge profundamente en la escucha de Jesús Palabra.

Su vida es testimonio cuando recibe a todos los que se dirigen a él por cualquier necesidad espiritual, material, hasta conseguir milagros gracias a su intensa confianza en el Señor Jesús, amante de todo ser humano. 

Su vida es testimonio hasta el final cuando, enfermo, estando en las colinas de Bolonia, lugar más saludable, pide volver al convento porque quiere ser enterrado bajo los pies de sus frailes

Después de este breve excurso sobre la vida "contagiosa" de Domingo, me gusta citar al P. D'Amato en el texto "El proyecto de Santo Domingo": "El testimonio de una vida en todo conforme al mensaje evangélico es para el dominico una consecuencia directa de su vida de contemplación y es condición absoluta para la fecundidad de su acción apostólica".(página 31). Y el P. Timothy Radcliffe en la carta “La promesa de vida” dice: "Domingo era un predicador con todo su ser"

Así que ser testigos, ser "contagiosos", como lo fue Domingo nuestro Padre, es para nosotros dominicas/os indispensable, porque sólo así manifestamos nuestra auténtica vocación.

Entonces oremos juntos: - Querido Santo Padre Domingo, concédenos ser mujeres/hombres que con la vida testimonian, como lo hiciste tú, la confianza en el amor de Dios por la humanidad, la fe en el poder de la Palabra, la voluntad de anunciar siempre la Verdad, el amor para con todos, la sencillez y la pobreza, la serenidad y la alegría, porque también nosotros podemos "contagiar" a los que acercamos y a todos los que Dios pone en nuestro camino. ¡Amén!

Queridas/os  en la comunión, en la gratitud por nuestro espléndido carisma y en la alegría de poder celebrar a nuestro amado Padre Domingo, a todos deseo de corazón una Feliz Fiesta y abrazo a cada una/o.

 

Hna. Elvira Bonacorsi

Priora general 

"Descubrir y recorrer juntos nuevos caminos para decir a cada hombre y a cada mujer que Dios los ama." (Constitutions n. 10)

Hermanas y laicos,

Acogemos con gratitud el don entregado a Madre Gerine, ya Terciaria dominica, de contemplar y revelar el rostro materno de la Misericordia del Padre que, en Jesús , libera y salva;

lo expresamos juntos, a través de nuestra misión orientada hacia toda forma de debilidades o de miseria que desfiguran al hombre.

Convencidos de que en la pequeñez, en el “menos que nada”, está la fuerza de Dios,

caminamos en la simplicidad de la vida de cada día, siguiendo las huellas de Santa Catalina, que Madre Gerine nos indicó como modelo, en el surco trazado por Santo Domingo

Una historia sorprendente

 

Nuestra historia nace del corazón de Catalina-Gérine Fabre, una joven francesa del siglo XIX.

Desde su infancia Catalina-Gérine siente un profundo amor por Santo Domingo y, siguiendo el ejemplo de Santa Catalina, cultiva dentro de si aquel misterio de Amor que la llevará a consagrar toda su vida al servicio de aquellos que viven en la precariedad y en la necesidad. En el deseo de responder al amor con el amor, hace suya la enseñanza de Santa Catalina: ”Aquella utilidad que no podemos darle a Dios, debemos dársela al prójimo porque es condición del amor amar todas aquellas cosas que son amadas por la persona que amamos”

 

Habitada por este deseo, Gérine Fabre busca la manera de compartirlo también con otras compañeras.. Al principio, forma parte de la Tercera Orden dominica, después, funda en el sur de Francia, una nueva Congregación religiosa que en su vida y en su misión, exprese el carisma dominicano según la mente, el corazón y el ejemplo de Santa Catalina de Siena.

 

En poco tiempo, las comunidades se multiplican y Madre Gérine, con la audacia que caracteriza a los que confían únicamente en Dios, envía a sus hermanas a Italia, a Uruguay y a Argentina. 

Pero la Familia religiosa, fundada por ella misma, por motivos históricos, en 1879 se divide en dos Congregaciones autónomas hasta reunirse, en el 2005, en una única Familia,

según el corazón de la fundadora.

 

Y de este tronco ha nacido también un nuevo brote, una manera distinta de vivir el carisma dominicano de Madre Gerine: aquella de los laicos. Es un don que el Señor está haciendo a nuestra Familia Religiosa: descubrir que el carisma de Madre Gerine es dado también a hermanos y hermanas que lo viven en la especificidad de la vida laical. Recorremos este nuevo camino en los cuatro continentes donde estamos presentes, anunciando junto al hombre de hoy, necesitado de verdad y de amor,

la Misericordia del Padre. 

La Constitución fundamental

 

1.

El deseo de salvación del Padre por la humanidad, que Jesús nos ha revelado con su Encarnación, alcanza el corazón de Madre Gèrine Fabre, terciaria dominica, haciéndolo desbordar de una vida que, por la acción del Espíritu, se manifiesta en compasión hacia todos. 

2.

Contagiadas por la misma pasión de vida, muy pronto algunas mujeres se unen a ella para compartir su misión de misericordia. Nace así, hacia la mitad del siglo XIX en el sur de Francia, la Familia religiosa fundada por Madre Gèrine; desde Albi, la casa madre, llega a extenderse en el mundo. 

3.

Hijas de Madre Gèrine, asumimos con confiada esperanza nuestra historia, marcada por un largo tiempo de separación en dos Congregaciones, que ha desembocado en una nueva Familia religiosa, aprobada por la Santa Sede con el decreto de unión del 14 de junio de 2005. 

Esta historia nuestra es anuncio de que la unidad, deseo ardiente de Jesús, es posible.

4.

Contemplando a la Virgen de la Piedad, Madre Gèrine acoge el carisma de manifestar el rostro materno de la misericordia del Padre y lo encarna siguiendo las huellas de Sta. Catalina de Siena, en el camino trazado por Sto. Domingo.

Con manos siempre tendidas hacia toda forma de debilidad y de miseria, ella entrega totalmente su vida, para que cada persona conozca que es amada por Dios Verdad, que libera y salva. 

5.

Dominicas de Sta. Catalina de Siena, como ella participamos de la gracia de Sto. Domingo que quiso una Familia totalmente entregada a la predicación de la Verdad por la salvación de los hermanos. Es a ella a quien Madre Gèrine quiso indicarnos como madre y maestra, para que imitáramos su ternura y su audacia en la caridad. 

6.

Radicadas en la Iglesia e insertas en el mundo, como Domingo, Catalina y Madre Gèrine, prolongamos en el hoy el deseo ardiente de contemplar y de anunciar la misericordia del Padre.

En la contemplación del misterio de la Encarnación, vivimos la compasión de Cristo por el hombre, sobre todo cuando en éste el rostro de Dios se encuentra desfigurado.

Mendicantes de la misericordia del Padre, vamos donde la Palabra nos llama para ser anunciada. Así, nos hacemos siervas de la Palabra que humaniza y evangeliza cada realidad, transfigurándola.

7.

La vida de los apóstoles, reunidos alrededor de Jesús y por Él enviados a predicar,

inspira nuestra forma de vivir.

"Reunidas en comunidad con un solo corazón y una sola alma en Dios” (Regla de San Augustin), con estilo simple y acogedor, estamos llamadas a ser artesanas de fraternidad y de comunión en el mundo. 

Contemplamos la Verdad, buscada en el estudio sapiencial, reconocida en los acontecimientos de la historia, celebrada en la liturgia, de modo que nuestra vida, plasmada por ella, llegue a ser anuncio de Jesús Salvador. 

Con la predicación de la Palabra de Dios y las obras de misericordia, en particular la obra educativo-sanitaria, nos hacemos cargo de la persona, promoviendo su dignidad de hijo de Dios.

8.

La búsqueda del Bien común se expresa en el estilo de gobierno en el que

todas participamos responsablemente.

9.

El don de compasión de Madre Gèrine se expresa hoy en diferentes vocaciones, injertadas

en la común gracia del Bautismo. 

Nosotras hermanas, a través de la consagración religiosa, profesamos votos públicos de obediencia, castidad y pobreza, en el gozo de pertenecer a Dios por la salvación de los hermanos.

Los laicos asociados y los que, de otras formas están agregados, expresan en la especificidad de su propia vocación el único carisma.

10.

El Espíritu nos provoca hoy a descubrir y a recorrer juntos, en la Iglesia, nuevos caminos para decir a cada hombre y a cada mujer que Dios los ama. 

11.

En el presente de la historia de la salvación nos acompaña y conduce en el camino María, Madre de misericordia. Como ella, la Virgen de la Piedad, acogemos entre los brazos a Cristo presente en los hermanos que encontramos y por los que ofrecemos la vida.

 

Julio de 2020

 

CONSTITUCIONES n° 49: El “santo deseo” es oración continua, que impregna toda nuestra vida y brota en alabanza y adoración. 

Perseverar en la oración, presencia gratuita y amante, nos hace morar -como Catalina- en la “celda interior”, nos abre a la acción transformadora del Espíritu y nos hace contemplativas en la misión. 

 

Continuamos, siguiendo las Constituciones, para reflexionar sobre nuestros modelos de oración. No es fácil explicar este número en un espacio corto, porque las expresiones típicamente catalinianas que existen, resumen toda la doctrina y el alma de Catalina, pero espero que más o menos todas sepamos lo que Catalina entiende por "el santo deseo " y por "celda interior". ¡Digamos algo!

El “deseo” cataliniano debe considerarse única y exclusivamente en la relación de Dios con la criatura y de la criatura con Dios, por lo tanto, se define como "santo". Este deseo no inicia en la criatura, sino en Dios. De hecho, la Santísima Trinidad es deseo/Amor: el Padre ama/desea al Hijo, el Hijo ama/desea al Padre y de este amor/deseo mutuo, procede el Espíritu Santo que ama/desea al Padre y al Hijo y es amado/deseado por ellos. Dios, la Santísima Trinidad, a su vez, desea a la criatura humana, quiere que sea salvada y feliz, porque la ama.

Nosotras, criaturas, descubriendo este amor/deseo que Dios tiene para con nosotras, sintiéndonos amadas/deseadas, a su vez amamos a Dios, anhelamos a Dios, el deseo de Dios nace en nosotros. El santo deseo, que es el amor recibido por Dios y anhelando a Dios nos permite así entrar en el infinito del abismo de Amor de la Trinidad.

Teniendo en cuenta lo que Catalina quiere decir con santo deseo, se puede comprender el profundo significado de la primera oración del número 49: "santo deseo" es oración continua, que impregna toda nuestra vida y brota en alabanza y adoración". El deseo recibido de Dios y anhelante de Dios es una oración continua, porque nos hace permanecer en una continua relación con Dios y, por lo tanto, impregna toda nuestra vida y se expresa en alabanza, adoración, acción de gracias y podemos agregar

todas las otras expresiones de oración. !

Entendida como "presencia gratuita y amante", presencia del Señor para nosotras y de nosotras para el Señor, de manera gratuita y amante, no como una recitación de oraciones o fórmulas, la oración cultivada continuamente y con perseverancia obra tres efectos:

1. nos hace morar, como Catalina, en la "celda interior"

2. nos abre a la acción transformadora del Espíritu

3. nos hace contemplativas en la misión.

Cuando Catalina se corta el cabello para demostrar claramente que no quiere casarse, en su casa se desata una guerra contra ella y entre los "castigos" que le dan está la privación de su habitación, donde podía rezar tanto como quería. Y luego ella, incluso en medio de los quehaceres de la jornada, continúa permaneciendo en íntima relación con el Señor. Aún más, cuando el Señor la envía como su embajadora ante las diversas personas que Él le indicará, haciendo que abandone el estilo de continuo retiro en oración, ella se construye "la celda interior" donde, según la invitación del Señor, ella siempre permanecerá  también "en el campo de batalla". Prácticamente permanecer en la "celda interior" es para Catalina la perseverancia en vivir constantemente la relación de amor, ininterrumpida, con el Señor, es el espíritu constante de oración, de unión con él, lo que la hace morar tenazmente en ella.

Permanecer en esta persistente intimidad ciertamente cambia el corazón y, como otra consecuencia, hace que el alma se abra al Espíritu, que obra en nosotras. Es Él quien nos transforma según el querer del Señor, quien nos hace llegar a ser lo que el Señor desea y quiere para cada uno de nosotras.

Y así permanecer siempre unidas al Señor nos hace contemplativas en la acción, en la acción cotidiana, en las diversas actividades

que la misión nos pide.

Madre Gérine nos dio a Catalina como modelo por eso siempre repetía: "No me miren a mí, miremos juntas a Catalina". Por lo tanto, tener como referente a Catalina en la oración significa vivir, por gracia, el deseo continuo del Señor Jesús, una relación fuerte y amante con él para que cada momento de la vida, cada aspecto esté impregnado de este Amor, ¡cada actividad se viva con El! Alguien dijo que el secreto de los santos está en descubrirse "locamente amados", como diría Catalina.

Grande y espléndida Catalina, alcanzanos la gracia de descubrir que somos ardientemente deseadas de la Santísima Trinidad para que esta comprensión de que somos intensamente amadas, despierte en nosotras un fuerte deseo amoroso de Ti "Jesús dulce, Jesús Amor"; mantenenos contigo en la "celda interior", para que, como Tú, podamos vivir una oración constante y contemplativas en cada momento y en todo lo que hacemos. ¡Amén!

 

 

Sr. M. Elvira Bonacorsi

(Priora general)

Junio de 2020

 

CONSTITUCIONES n° 48: Nuestra oración, búsqueda ardiente del rostro de Dios, habitada por la multiplicidad de rostros encontrados en lo cotidiano e interpelada por las diferentes situaciones, prolonga en el tiempo la intercesión de Sto. Domingo «a quien le ha sido dada una gracia especial de oración por los pecadores, los pobres, los afligidos».

 

Después de reflexionar sobre la oración de Jesús en el n. 47, las Constituciones nos presentan los modelos de oración según nuestro carisma: Domingo, Catalina, Madre Gérine en los números 48, 49, 50. Esta vez nos detenemos en S. Domingo, en julio contemplaremos a S. Catalina, mientras que el número sobre Madre Gérine, ya lo hemos considerado en noviembre de 2014.

Partimos de la segunda parte del número, en particular teniendo en cuenta lo que afirma el Beato Jordán de Sajonia (cfr. Const. 15), cuando en el Libellus describe el modo de orar de Santo Domingo. Él dice que "a Domingo le ha sido dado una gracia especial de oración por los pecadores, los pobres, los afligidos”.

Esto nos hace reflexionar, porque puede suceder que consideremos la oración como una súplica para nosotros mismos, preguntando qué necesito, qué quiero. Y en cambio, aquí se nos presenta la forma de orar por Domingo, quien en la gracia especial recibida no pide nada por sí mismo; los más necesitados están presentes en su oración: "pecadores, pobres, afligidos".

Están presentes los pecadores, quienes necesitan redescubrir el amor del Señor, para encontrarlo nuevamente en su misericordia. En las declaraciones para su beatificación, leemos que aquellos que espiaban a Domingo orando durante la noche a menudo lo escuchaban gemir: "¿Qué será de los pecadores?".

Están presentes los pobres, es decir, personas que carecen de lo necesario para vivir tanto espiritual como materialmente; ¡pensemos cuán atento estaba al bien espiritual de sus hermanos, de ese hotelero cátaro en Toulouse, por ejemplo, con quien pasa toda la noche para hacerle descubrir la Verdad! Recordemos como prueba admirable de su atención a los necesitados el hecho de que Domingo, cuando era un joven estudiante en Palencia, vendió sus libros, sus preciosos pergaminos, para dar con lo recaudado, comida a los pobres.

Están presente los afligidos, todos aquellos que sufren por diferentes razones de la vida; citamos, por ejemplo, que la madre de Roma, que no pudo hacer nada para salvar a su bebé, cuando lo ve muerto, corre desesperadamente en busca de Domingo, y él participa plenamente en este sufrimiento hasta que obtiene la resurrección del bebé con fe segura en el Señor.

La multiplicidad de rostros, las múltiples situaciones de pecadores, de pobres, de afligidos que Domingo encontraba cada día de su vida, en su caminata de predicación, habitan su oración, se convierten en intercesiones fuertes, intensas, prolongadas intercesiones, también y especialmente durante la noche.

Esta es la oración de Domingo y nosotras, sus hijas, estamos llamadas a prolongar su intercesión en el tiempo, en el hoy de la historia: "Nuestra oración ... prolonga en el tiempo la intercesión de Domingo", dice el número.

Este "prolonga" es muy fuerte, porque no es una orden, no es una invitación, es una afirmación, como si dijera que nuestra oración es así, tiene esta modalidad, no tiene otras.

En la primera parte del numero, se habla de nuestra oración con tres expresiones que quieren ser nuestra forma de imitar la oración de Domingo.

"Nuestra oración, búsqueda ardiente del rostro de Dios". En primer lugar, cuando oramos, queremos estar en relación con Dios, quien es Padre, deseamos descubrir su rostro, por eso lo buscamos con amor, con ardor. "La búsqueda ardiente del rostro de Dios" fue ciertamente una modalidad de la oración de Domingo, que a menudo pedía a los hermanos a lo largo del camino que permanecieran en silencio para pensar en el Señor. Esta relación con Dios, esta búsqueda de Su rostro, no solo ocurre entre Dios y yo, no, está habitada.

Este término es hermoso, porque "habitar” indica una presencia continua, una familiaridad, tal como sucede entre las personas que viven juntas, en la misma casa. Nuestra oración está "habitada por la multiplicidad de rostros encontrados en lo cotidiano".

También es "interpelada por las diferentes situaciones" de las que aprendemos. Todos los rostros encontrados en nuestro vivir, en nuestro trabajo, día tras día, todas las situaciones de varios tipos, de las cuales somos conscientes, habitan nuestra oración y la interpelan, es decir, piden ser consideradas.

Cuando oramos, hacemos presente a toda la humanidad, las personas y las situaciones que forman parte de nuestra vida diaria, todo lo que sabemos a través de los periódicos, la televisión y otros medios. Nuestra oración es misionera, abierta al mundo, tal como lo fue la oración de Domingo.

Si es auténtica, realmente "prolonga en el tiempo la intercesión de Domingo". Es una oración que, comenzó con él, nuestro Padre, no termina, se actualiza hoy por nosotras, ¡nunca debe terminar!

Que Domingo nos obtenga la gracia, como sus hijas, de vivir verdaderamente la oración con un corazón abierto a todos, llevando a toda la humanidad al corazón de Dios, cada rostro que encontramos, cada situación que conocemos. ¡Amén!

 

 

Sr. M. Elvira Bonacorsi

(Priora general)