“Contemplar y revelar el rostro materno

de la Misericordia de Dios que, en Jesús, libera y salva”

es el fundamento de nuestro “vivir juntos”

y el motivo inspirador de nuestra misión.  

 

Anunciamos esta Buena Noticia con nuestro testimonio de vida y con las obras de misericordia adecuadas a los tiempos y a los lugares donde estamos presentes. En particular:

 

Atendemos a los niños y a los jóvenes por medio del servicio educativo. Abiertas a la realidad e inspiradas en el Evangelio, nuestras escuelas - presentes en África, América Latina, Asia, Europa -  son lugares de búsqueda donde, a través de la enseñanza y de la experiencia, se ayudan a los niños y a los jóvenes a adquirir pensamiento autónomo, capacidad de crítica, sentido de responsabilidad,

apertura a los demás.

 

Nos hacemos “prójimos” de aquel que sufre en su cuerpo y en su espíritu, a través de la obra sanitaria. Atentas a las complejas necesidades de la persona enferma, con nuestro servicio amoroso y profesionalmente cualificado, atendemos a la persona integralmente educándola al misterio de la vida y del dolor. Además cuidamos con particular atención a los ancianos, que viven en la soledad y en el abandono, y a los enfermos de SIDA, especialmente en la última fase de su vida.

Atendemos a los niños afectados por la pobreza, la guerra o que son víctimas de una incapacidad física o sicológica, buscando de trabajar también con sus familias.        

 

Acompañamos con una escucha privilegiada a jóvenes en búsqueda de futuro y de sentido, así como a las personas que se sienten alejadas de Dios y de la Iglesia.

 

Nos dejamos interpelar por la situación de la mujer en los países donde no es respetada en su dignidad y nos comprometemos con proyectos específicos para que pueda tener un justo lugar en la familia y en la sociedad.

 

Estamos atentas a acoger cada pedido

de acompañamiento personal, de formación de distinto tipo, de predicación.

 

Nos provocan y empujan a cruzar las fronteras para entrar en dialogo en modo activo, las otras religiones, las culturas y las mentalidades distintas de la nuestra, la falta de apertura y las contradicciones de nuestro tiempo. Nos comprometemos además a compartir y a transformar las condiciones de vida inhumanas que pesan sobre las poblaciones marginadas de las periferias.

 

Para responder a nuevas llamadas, estamos abiertas a la colaboración inter-congregacional y ecuménica. Todo esto nos pone en una actitud típicamente dominicana de estudio y de búsqueda, para entrar siempre más en la inteligencia de la fe y caminar junto al hombre de nuestro tiempo.